EN EL AULA de Secundaria


UNA EXPERIENCIA CON ADOLESCENTES APLICANDO DRAMATIZACION Y CAMBIO DE ROLES


Entrar en un salón de clases donde se alojan una treintena de adolescentes es como franquear una frontera invisible que nos instala en otro mundo. Un mundo donde los códigos son singulares y propios de los adolescentes y que de no mediar un espacio entre ellos y el mundo adulto, es muy probable sentirse extranjero, o incomprendido, o desatendido. Para que pueda darse un intercambio propicio para el aprendizaje y la enseñanza será necesario establecer en un “entre” códigos comunes. Para ello la aplicación de juego dramático y técnica psicodramatica son un excelente procedimiento.
La experiencia que relatare es un ejemplo de ello y a la vez, un ejemplo del efecto terapéutico que, aun en encuadres educativos, el juego tiene per se.
-Profe, hoy no hagamos nada ¡! Es un pedido que casi a modo de saludo recibe el profesor apenas asoma en el aula.
El no hacer nada implica, para ellos, fundamentalmente,  no escribir.
-                          Si, profe, charlemos…! Como ratificación de lo solicitado, el charlar, es algo que les gusta mucho.
           Entonces la idea será generar la charla a partir de la dramatización de alguna de las problemáticas circulantes en el grupo.
La propuesta será lanzada a modo de juego, para ello se organizan en subgrupos y cada uno pensara un lugar, un momento del día, un personaje, que luego transmitirá al grupo que se encuentre a su derecha, o a su izquierda, según lo proponga el que coordine, en este caso , el profesor.
Cada  subgrupo deberá armar una breve historia con las premisas dadas, luego será mostrada al resto de sus compañeros a través de una dramatización.
Una de las historias dramatizadas incluía: como lugar: EL BAÑO, como momento: LA TARDE, como personaje: VENDEDOR DE DROGAS.
La dramatización se desarrollo de la siguiente manera:
“Acción primera: Un chico compra droga a un vendedor clandestino.
 Acción segunda: Va a su casa y se encierra en el baño a fumar un porro.
Acción tercera: Entra su padre a la casa y se dirige al baño, abre la puerta y descubre a su hijo fumando droga. Grita, lo insulta.
Acción cuarta: El padre se dirige al cuarto de su hija, que esta escuchando música con auriculares, y le recrimina no hacer nada para evitar que su hermano se drogue.

Hasta aquí fue lo mostrado por el grupo en la dramatización.

Como coordinadora propongo que la vuelvan a hacer pero  aclarándoles que esta vez incluirá una novedad: la acción seria congelada cuando lo considere necesario.

En esta segunda dramatización se efectuaron cortes en la acción para que cada uno desde su rol puedan expresar sus sentimientos en soliloquio.
Cada vez que la coordinadora congela la acción, pregunta: Que sentís?

Acción tercera: (hijo) Que no me importa nada lo que me dice

Acción cuarta: (padre) Que nadie me da bola.
                        (hija) Que para que me viene a decir eso a mi, yo no soy la madre!

Pregunto a los/as compañeros/as, que opinan de lo que acaban de ver y a partir de lo expresado se incluye en la dramatización otro personaje hasta ahora faltante: la madre.

Nuevamente se juega la acción pero esta vez, el padre se acerca a su esposa, le cuenta lo que acaba de ver en el baño y le dice: Que podemos hacer?
A lo que la mujer contesta: Tenemos que hablar con ellos (los hijos)

Aquí se da por concluida la dramatización pudiendo entre todos hablar de problemáticas que los afectan en el plano familiar: Violencia verbal, disfuncionalidad en el ejercicio de roles, confusión de roles familiares, incomunicación.
Muchas fueron las historias de vida que a partir de aquí los/las chicos/as fueron compartiendo con sus profesores y estos pudieron cambiar la perspectiva en la adjudicación de conceptos sobre el alumnado.
La indiferencia que mostraban quizás tapaba a la preocupación de estos jóvenes.
Esto ocurrió durante las dos horas de clases en las que  los alumnos pedían no hacer nada, o simplemente charlar. Simplemente?
Desde mi rol de profesora pude darme y darles la libertad de elegir y luego en mi rol de coordinadora de la técnica aplicada, sentí cuanto se había trabajado en esas dos horas en que "no hicimos nada".
Al cabo de unas semanas la psicóloga que atendía a la alumna que jugo el rol de madre me manifiesta el cambio producido a partir de aquella dramatización ya que una de las problemáticas que la afectaban era la inhibición para hablar ante los adultos, y que luego de haber jugado el rol de madre, se había abierto una corriente comunicativa novedosa entre ella y sus padres.
 A partir de esta experiencia  en el aula el pedido de los alumnos ya no fue el de no hacer sino todo lo contrario: Hacemos hoy dramatizaciones profe?
Y cabe aclarar la riqueza del espacio que se genera luego de la aplicación de técnicas psicodramaticas para continuar indagando en el propio conocimiento.

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